Flamenco
Me fui a correr por el inédito Parque del Flamenco como premio a mi último día de vacaciones. Hace un mes estuvo el alcalde por allí inaugurando una guitarra fagot que, además de símbolo musical de las instalaciones, sirve para que los chiquillos se diviertan lanzándose por el tubo de la atracción además de gatear como monos por el interior, porque no solo es una guitarra fagot sino una guitarra jaula. Todo ello debe de hacerse bien temprano o llegado el anochecer ya que, de momento, los niños y las niñas corren riesgo de insolación. Los padres, las madres y los corredores también.
El Parque del Flamenco forma parte del ambicioso proyecto denominado Cinturón Verde que lleva a cabo el Ayuntamiento popular desde el anterior mandato. Podríamos pensar que fue durante el reinado de la socialista Isabel Primera de Ambrosio (2015-2019) cuando más ecologista y sostenible y arbolada fue nuestra ciudad, pero llegó hace unos meses el edil Madruga a recordar, con datos y almezos en la mano, que Ambrosio plantó 1.323 árboles en cuatro años y desde 2019 (año del triunfo liberal) hasta ahora han sido 5.466 los plantados por Bellido y su equipo, con Ruiz Madruga actualmente a la cabeza del área de plantones e injertos. Lo cual desmonta el discurso-mantra del portavoz socialista Hurtado, que está constantemente acusando al equipo de gobierno de condenarnos al golpe de calor y al apocalipsis climático por la escasez de arboleda. Este es un argumento que bien puede ser rechazado en un juzgado, algo que asimismo es consustancial a la actividad política de Hurtado, aficionado a los reveses en los tribunales.
Correr por el cordobés Parque del Flamenco en agosto, aunque sea a las ocho y media de la mañana, es algo que solo los verdaderos runners disfrutan. Lo digo porque la solanera es incómoda – ya se ha apuntado esto- y hace más difícil el trayecto. El Parque del Flamenco de momento es una zona verde tirando a ocre ya que forma parte del Cinturón Verde pero como potencia aristotélica: será verde dentro de un lustro quizá, cuando crezcan los árboles. Ahora mismo es más del Cinturón de Saturno, que fue lo que me vino a la cabeza en la segunda y última vuelta que di antes de abandonar como un lémur viejuno un tanto humillado. Las pistas de tierra se hacen más áridas y duras cuando los arbolitos son pequeños y distanciados, que es lo que tiene el pensamiento catedral: asistimos a la frondosidad del futuro, pero ello requiere su plazo y todavía su insolación.
No obstante, en los tiempos políticos, los plazos son otros sobre todo ahora que nuestros gobernantes deben rellenar las redes sociales, y por eso se inauguran las cosas antes de que las cosas definitivamente sean. Como los perros, que se convertirán en nuestros futuros pagadores de pensiones. En el Parque del Flamenco tienen una amplísima zona para correr, hacer pista americana y dejar sus regalitos. Un área canina que ya traza el horizonte común con pocos niños o casi ninguno. Si no han sido absorbidos por la guitarra fagot estarán observando perplejos, desde el limbo de los no nacidos , cómo los parques ya frondosos se llenan de viejos y perros a ritmo de soleá.