El rodadero de los lobosJesús Cabrera

El nuevo chequeo hotelero

Los españoles estamos tan anestesiados con los ‘voluntos’ del Gobierno de la nación que este Real Decreto ha pasado prácticamente desapercibido

Actualizada 04:30

A partir del próximo 2 de diciembre habrá que pensárselo bien antes de ir a un hotel o a una casa rural, porque desde esa fecha el cliente será sometido a un tercer grado en el mostrador del establecimiento que poco le faltará para parecerse al que someten a James Bond en ‘Casino Royale’. Antes uno se acercaba con su maleta, cansado acaso del viaje, y con ganas de soltar las cosas, colgar las camisas en el armario y hacer una breve visita al aseo antes de salir a recorrer el nuevo destino. Ahora, al llegar al mostrador se encenderán unos potentes focos que nos iluminarán la cara, como si de un interrogatorio policial se tratase, o nos obligarán a arrodillarnos sobre un cojín ante una tupida celosía para desgranar uno a uno nuestros pecados cívicos.

El Ministerio del Interior -el de Marlaska, sí- exige que los hoteles nos hagan 43 preguntas cuando antes era enseñar el DNI, firmar y se acabó. En el caso de alquilar un vehículo, las preguntas pueden llegar a 64. Un interrogatorio en toda regla.

Es normal que las patronales del sector se hayan negado hasta ahora, ya que no es su misión sacarle los higadillos a sus clientes, pero al final han claudicado y a partir de 2 de diciembre, antes de pisar la gradilla del hotel, deberemos haber hecho nuestro correspondiente examen de conciencia y haber adquirido nuestro correspondiente dolor de los pecados cívicos, con su correspondiente propósito de enmienda, antes de soltarle todo al del mostrador. La penitencia vendrá después, cuando en el Ministerio del Interior revisen nuestras respuestas y se las chiven al jefe. Entonces nos harán una paralela a la declaración de la renta o sonará el timbre a las cinco de la mañana y no será el lechero.

Una cuestión especialmente delicada es la referente a la protección de datos y al secreto bancario. Ahora, en los hoteles, tendremos que soltar una retahíla de cuestiones personales de esas a las que sólo se tiene acceso con la autorización expresa de un juez. ¿Nos pedirán también el saldo para ver si somos solventes?

Los españoles estamos tan anestesiados con los ‘voluntos’ del Gobierno de la nación que este Real Decreto 933/2021 ha pasado prácticamente desapercibido, sin que nadie, ni siquiera la oposición parlamentaria, alzara la voz contra esta intromisión a la intimidad. En el extranjero, en cambio, donde las democracias funcionan como un reloj, sí se han dado cuenta de esta barrabasada y la prensa británica y alemana, entre otras, ha alertado a quienes tengan previsto viajar a España que se ha puesto en marcha «un Gran Hermano turístico» a través de «una ley de espionaje», como la han calificado, porque también los guiris estarán obligados a confesar si son de slip o de bóxer.

Por último, uno de los aspectos más rancios incluidos en el cuestionario de marras es el de responder obligatoriamente al grado de parentesco. Me gustaría asistir al momento en que el recepcionista se descuelga con la pregunta ante una pareja y el caballero le responda a lo Rafael de León: «Mire usted, no soy ni su ‘marío’, ni su novio, ni su amante, sino quien más la ha ‘querío’. Con eso tengo bastante».

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