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GaleanaEdurne Uriarte

La comunista y la barbarie

La comunista pedía el voto para la izquierda en el debate electoral del miércoles, «para no volver atrás», una broma siniestra en boca de una defensora del totalitarismo comunista

Actualizada 01:30

La comunista Yolanda Díaz afirmó ayer en una entrevista que «si los progresistas se movilizan, no va a gobernar la barbarie». Es una de las anomalías democráticas de nuestro país, una comunista hablando de barbarie, cuando el comunismo es el responsable de la mayor barbarie política de la historia, los 100 millones de asesinados por los totalitarismos comunistas. Y que la comunista persista en su defensa cerrada del comunismo, sin que nadie o casi nadie le exija responsabilidades o rectificación alguna. De hecho, a la comunista jamás le preguntan por la barbarie comunista en las numerosas entrevistas que le dedican los medios de comunicación. Y es que el comunismo está aún más blanqueado que Bildu, que ya es decir.

La comunista también pedía el voto para la izquierda en el debate electoral del miércoles, «para no volver atrás», una broma siniestra en boca de una defensora del totalitarismo comunista, del pasado y del presente. Y lo hacía jaleada y aplaudida por Pedro Sánchez, «Yolanda y yo», «¿verdad, Yolanda?», en una simbiosis de la comunista y el socialista en la que cuesta vislumbrar quién ha engañado a quién para conseguir que sea lo mismo votar a uno que a la otra. La anomalía democrática de nuestro país es que el PSOE diga luchar contra cualquier legitimación de la dictadura franquista mientras apoya abiertamente la legitimación del comunismo. Apoya tanto el comunismo que se presenta a estas elecciones en tándem con él. «Yolanda y yo», o el comunismo y yo.

Eso sí, un comunismo de estética capitalista, de barrio de Salamanca, pija, de cayetanos, que diría la izquierda, perfecto para uno de esos memes de pijos y cayetanos que hacen ellos. Yolanda encajaría perfectamente en el estereotipo. Pero qué le van a importar a la comunista esas contradicciones, cuando tampoco le importan los millones de asesinados por el comunismo. Ella misma es en cierto modo víctima del blanqueamiento social generalizado. Si a nadie parece horrorizarle mi comunismo y hasta soy una de las líderes mejor valoradas, qué me van a importar a mí contradicciones menores como las estéticas. Es así que la comunista que dice defender a las mujeres se ha grabado un vídeo propagandístico planchando, inconsciente del ridículo y del rancio aroma de la imagen para la que venía a hacer la revolución feminista. En el fondo, se trata del elitismo comunista que ella ha interiorizado y vivido siempre.

Pedro, su socio del alma, «Yolanda y yo», «¿verdad, Yolanda?», la mira arrobado, lo mismo que besa encantado a Delcy Rodríguez, la represora chavista de Venezuela. O que dulcifica su voz cuando se dirige a los líderes de Bildu o de ERC, mientras clama con fingido escándalo «Que viene la ultraderecha». Todo esto es lo que ellos mismos llaman «progresismo», la unión de socialismo, comunismo y nacionalismo étnico, el futuro de España, si los ciudadanos no lo remedian mañana. Hay crecientes signos de decrepitud en ese progresismo, la palabra ha envejecido mal, ahora remite a Otegi y Junqueras, al Falcon, a la tesis plagiada, a Delcy, a Yolanda, la comunista. Pero lo inquietante es que la anomalía democrática que encierra ha pervivido hasta hoy, y pretende seguir haciéndolo a partir de mañana.

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