Sánchez cree que la democracia es él
Para terminar de convertir la sesión en un absurdo, Sánchez utilizó su réplica a Feijóo para contestar al discurso de investidura de Núñez Feijóo al que no contestó en su día porque sacó a responderle al rottweiler Óscar Puente
Lo que hemos visto hoy es un Sánchez que no tenía argumentos y que para defenderse ha hablado de cualquier cosa menos de lo que estaba sobre el tablero. Hizo un mal discurso en el que tardó hora y veinte minutos en llegar a la amnistía, hablando de la emergencia climática, la creación del Estado Palestino -que las ministras Llop y Robles no aplaudieron- e incluso llegó a hacer una defensa de la democracia en unos términos que dejaban claro que Sánchez cree que la democracia es él.
Pedro Sánchez llegó a hacer una crítica a diferentes dirigentes del mundo a los que acusó de autoritarios -Trump, Orbán, Milei- sin mencionar al más relevante político en esta investidura, el prófugo Carles Puigdemont, sin darse cuenta de que él mismo es uno de ellos y después se rio en el estrado de algunas de las frases de Feijóo en el pasado y completamente fuera de contexto. Es decir, acabó demostrando que tiene algún trastorno mental, que espero que alguna vez se deje diagnosticar. Porque estamos en sus manos.
En su intervención matinal a Sánchez le faltó decir -lo insinuó- que van a enseñar derecho a jueces y magistrados y en su contrarréplica de la tarde le faltó tener la elegancia de no abusar del tiempo ilimitado del que el reglamento le otorga. La presidente de la Cámara cumplió el reglamento con él y fue con Núñez Feijóo mucho más rigurosa de lo que fue con Óscar Puente en la anterior investidura fallida. Pero esperar que Sánchez pueda tener alguna elegancia es como aspirar a que unas danzas rituales puedan desencadenar la lluvia.
Sánchez ha hecho un discurso bochornoso, pero cada vez es más evidente que sólo aspira a «comerse» a unos votantes de una fidelidad perruna, sin ningún argumento. No respondió a la demoledora intervención de Feijóo porque han comprendido que era mejor no hacerlo. Hay que hablar de todo menos de lo que de verdad está en discusión. España hoy está más rota que ayer.
Y para terminar de convertir la sesión en un absurdo, Sánchez utilizó su réplica a Feijóo para contestar al discurso de investidura de Núñez Feijóo al que no contestó en su día porque sacó a responderle al rottweiler Óscar Puente. A buenas horas, mangas verdes.