El experto en tajadas políticas
La sentencia de los ERE ya debía haber provocado la marcha de Sánchez, pero consiguió mantenerse gracias a los intereses de la banda y a la hipocresía de tantos y tantos de los jaleadores de la moción de censura
Fue uno de los momentos grotescos de la sesión de control del miércoles en el Congreso, cuando Sánchez le dijo a Feijóo aquello de que «no se atreverá usted a sacar tajada política de la corrupción». Le faltó exigir que no se atreviera a plagiar la tesis doctoral. Luego se sumó Ábalos en una de sus entrevistas: «Es que esto que están haciendo conmigo es populismo judicial, no justicia». El máximo experto en tajadas políticas de estos últimos años, Pedro Sánchez, exigiendo altos estándares morales a los demás, y su principal ayudante en aquella exhibición de populismo judicial que fue la moción de censura, suplicando un trato justo para él mismo.
Ellos fueron quienes impulsaron durante años la destrucción de la presunción de inocencia, el ensañamiento en los medios de comunicación, el señalamiento de personas que ni siquiera estaban imputadas. Y, junto a todo eso, la fabricación de un relato falso sobre el PP como el partido más corrupto de Europa frente al Partido Socialista como el representante de la honradez. Un relato construido a conciencia a lo largo de mucho tiempo, entre otras cosas, con aquellas 169 portadas de El País acusando a Camps del caso de los trajes del que acabó siendo declarado inocente. O con la salvaje persecución mediática de los medios sanchistas a Rita Barberá por los supuestos mil euros entregados al partido. Y se queja Ábalos ahora del populismo judicial.
Fue ese relato el que preparó a la opinión pública para la moción de censura que, recordemos, apenas encontró oposición mediática. Y no lo hizo, porque el populismo judicial liderado por la izquierda había tenido éxito en la construcción del relato. Ni siquiera importó la frase clave del juez De Prada cuestionada después por el Supremo que Sánchez utilizó en la moción. Fue la mayor tajada política de nuestra democracia: nada más y nada menos que la de derribar un Gobierno e instalarse en la Moncloa.
Y con la colaboración entusiasta de los otros grandes expertos en tajadas políticas que son los nacionalistas. Partidos que están hasta arriba de corrupción se sumaron al montaje contra la corrupción, cuando ya se conocían los datos básicos de la mayor trama de corrupción de la democracia, la del caso ERE de los socialistas. Por supuesto, ninguno de ellos pidió la marcha de Sánchez cuando salió la sentencia de los ERE, porque aquel montaje había sido pura tajada política, y no una defensa de la democracia frente a la corrupción. Y ahora, los nacionalistas siguen completamente mudos, en una exhibición de que lo suyo con Sánchez y la extrema izquierda es, en efecto, una banda, como dijo Albert Rivera, una banda para asaltar la Moncloa y el Estado.
Ellos, izquierda y nacionalistas, impusieron las reglas para juzgar política y mediáticamente la corrupción. Con esas reglas llegaron al poder. Y ahora están irremediablemente atrapados en ellas. La sentencia de los ERE ya debía haber provocado la marcha de Sánchez, pero consiguió mantenerse gracias a los intereses de la banda y a la hipocresía de tantos y tantos de los jaleadores de la moción de censura. Pero es difícil, si no imposible, que el experto en tajadas políticas pueda escapar de la tremenda erosión política de este caso. Está acorralado por las reglas de juego, de juego sucio, que impuso él mismo para llegar a la Moncloa.