Un PSOE sin credibilidad a 90 días de votar
Tropecientas mentiras después a Sánchez lo cuestionan hasta en su casa, por mucho defensor que salga a capa y espada en las televisiones a salvaguardar la imagen de su amado líder
Pedro Sánchez ha perdido el poco crédito que le quedaba. El 23 de julio los españoles le dieron una última vida y se va a aferrar a ella como si no hubiera mañana para él. Y probablemente no lo haya, porque ningún presidente ha hecho tanto daño a este país como él. A lo largo de nuestra democracia hemos tenido mejores y peores mandatarios, guapos o feos, altos o bajos, pero ninguno traspasó la línea de vender a España a cambio de perpetuarse en el poder.
Parece ser –ahora parece que sí– que hasta los suyos se han cansado de él. Según la encuesta que publicamos este domingo en El Debate, si hoy se celebraran elecciones, Sánchez solo sería capaz de mantener a uno de cada dos de los que le votaron en julio, una cifra ínfima para alguien que quiere seguir en Moncloa. Tropecientas mentiras después a Sánchez lo cuestionan hasta en su casa, por mucho defensor que salga a capa y espada en las televisiones a salvaguardar la imagen de su amado líder.
La aprobación de la amnistía, con terrorismo incluido, ha sido solo la gota que ha colmado un vaso que se ha ido llenando poco a poco con mentiras y que ha acelerado su ritmo con Koldo García. Ahora sabemos que el Gobierno socialista no solo nos encerró ilegalmente durante la pandemia, sino que también aprovechó para robarnos mientras las pistas de hielo de este país se llenaban de cadáveres que no entraban en la morgue. Cada fin de semana, el presidente del Gobierno se dirigía a los ciudadanos a la hora del telediario para prometerles que saldríamos más fuertes, pero olvidaba mencionar que alguno también saldría más rico.
Si unas cuantas frases en una sentencia le costaron el Gobierno a Rajoy, no es raro pensar que confiar de más en un portero de discoteca pueda ser la kriptonita de Sánchez. Se empieza a conocer lo que había debajo de la alfombra, pero aún quedan muchas dudas por resolver, como, por ejemplo, por qué prescindió de Ábalos de forma inesperada.
Hay muchas sombras a las que el presidente les debería dar luz si quiere recuperar la confianza de los suyos a tres meses de las elecciones europeas. Gran dilema cuando las explicaciones te pueden costar la legislatura y debes decidir entre perpetuarte en el poder o condenar a tu partido en las urnas. Como diría Marisú, «yo sé lo que yo haría»... pero también sé lo que hará Sánchez.