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08 de septiembre de 2024

TribunaJosé Torné-Dombidau y Jiménez

Nueva aproximación al sanchismo

No faltan testimonios del propio Pedro Sánchez cuando en sus múltiples prédicas y declaraciones identifica el orden democrático con su persona, cuando deslegitima la labor de los tribunales de Justicia

Actualizada 01:30

Varias veces he abordado el estudio y consideración del fenómeno político personificado en Pedro Sánchez y su derivado, el sanchismo; y ello no porque el citado dirigente radical de izquierda populista sea una figura señera que merezca abrir un capítulo o entrada de un tomo de ciencia política novedosa, sino por las excentricidades, riesgos, piruetas y atrevimientos múltiples del aludido político, cosas que, en conjunto, corroen, diluyen, desmantelan o arruinan los principios inmutables del Estado democrático de derecho, el que estaba vigente en España –con alguna fatiga de materiales– en la primavera del 2018.

Sin embargo, la lectura, en los últimos días, de una muy interesante recensión («A propósito del libro de Ernst Fraenkel, El Estado dual. Contribución a la teoría de la dictadura», Trotta, 2022) debida a la elegante y docta pluma del ilustre estudioso de la Administración Pública, el profesor Rafael Jiménez Asensio (con quien he tenido el placer de coincidir en alguna jornada de estudio sobre la Administración Local), lectura imprescindible para conocer, con toda garantía de veracidad histórica, la Alemania de los años treinta del pasado siglo, me ha permitido encontrarle al fenómeno hispánico del sanchismo una nueva e inquietante faz que, metódicamente estudiada, puede arrojar una inédita aproximación a su estudio y conocimiento.

En efecto, el libro de Fraenkel, oportunamente recuperado hoy por Jiménez Asensio, nos ofrece una nueva construcción teórica, una explicación político-constitucional del fenómeno nazi y del hundimiento de la Constitución de Weimar, de cómo se pasó de una democracia parlamentaria a una dictadura permanente y anticonstitucional cuando se facilitó el acceso al poder de Hitler como Canciller del Reich. Desarmado el Estado alemán, al que se le privó de sus más clásicos u ortodoxos mecanismos de defensa, el desmantelamiento de las garantías jurídicas que Hitler llevó a cabo aceleradamente, provocó la confusión entre Estado y Partido, confusión que alcanzó también al Poder Judicial, arrastrado por una normativa de excepción (como el abuso de Sánchez con los Decretos-Leyes, las declaraciones inconstitucionales de los estados de alarma y la adopción de las políticas y medidas públicas extramuros de la Constitución). En definitiva, y como en la Alemania hitleriana –un paralelismo que aterra, he aquí lo trascendente de este parangón–, el Estado de derecho se disuelve por la adopción de medidas excepcionales, contrarias a la democracia liberal o representativa y al Estado de derecho (en el sanchismo, reformas «ad personam» de tipos penales; burla de sentencias condenatorias, como la de la Sala 2ª del TS merced a indultos arbitrarios, o suplantación de la Jurisdicción mediante la aprobación de una injusta, inmoral y arbitraria amnistía para los que «lo volverán a hacer»; la pretensión obsesiva de someter al Poder Ejecutivo el CGPJ; la colonización de la FGE, la Abogacía del Estado, y del mismísimo Tribunal Constitucional (TC), considerado ya órgano de casación del Tribunal Supremo…) llevan, aun sin querer, a establecer un paralelismo entre las teorías justificativas de Carl Schmitt y los fundamentos jurídicos de las últimas sentencias del TC de composición sanchista, es decir, integrado por magistrados de extracción y nombramiento gubernamental, lo que es, desde luego, una aberración, se vea como se vea.

Para que el paralelismo con el régimen de Sánchez sea aún mayor también le es aplicable la terminología del llamado «Estado dual», es decir, la coexistencia en el Estado de Sánchez de unos restos de Estado de derecho (el ordenamiento jurídico recibido en 2018) («Estado de normas») y el «Estado de medidas», que son las adoptadas por Sánchez cuando excepciona y fuerza el ordenamiento constitucional de 1978, lo que ha hecho con frecuencia y desparpajo. La consecuencia de esta trayectoria política de Sánchez no es otra que la disolución o el colapso del Estado de derecho, algo verdaderamente grave. Son muchos los opinadores y analistas, entre los que modestamente me encuentro, que, escandalizados, observamos, con la lectura de la recensión citada, cierto paralelismo con la fundación, con las bases de creación del Estado nacionalsocialista de entreguerras. No faltan testimonios del propio Pedro Sánchez cuando en sus múltiples prédicas y declaraciones identifica el orden democrático con su persona, cuando deslegitima la labor de los tribunales de Justicia, cuando asume las invectivas de sus socios y aliados que, sin rubor, acusan a los jueces de llevar a cabo una guerra legal y judicial («lawfare») igual que los tribunales alemanes estuvieron expuestos a furibundos ataques nazis. Subrayemos también que en estos largos seis años de mayoría sanchista (conseguida de aquella manera y a trancas y barrancas) Sánchez siempre ha antepuesto el interés del partido al interés general de España. Un mensaje desasosegante, preocupante. El poder por el poder. Lo que erosiona, sin duda, la confianza en la democracia.

  • José Torné-Dombidau y Jiménez es presidente del Foro para la Concordia Civil
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