¡Españoles, despertad, vuestra dignidad y libertad peligran!
No permitamos que un solo individuo, de pensamiento vacuo, falaz y trilero, conduzca al precipicio a cuarenta y ocho millones de españoles, y, de nuevo, nos instale en la noche de un régimen político personalista, sin garantías, sin jueces independientes, y sin libertades
Una vez más en la Historia, muy en contra del deseo mayoritario de la sociedad española, y cuando se podría esperar un duradero tiempo de bonanza por haber recuperado las libertades y el equilibrio político de nuestro país, bajo el dictado de la concordia y la reconciliación, la salud y pervivencia de la nación se encuentran hoy en serio riesgo: en la onomástica de San Fernando ha tenido lugar la disparatada sesión plenaria del Congreso de los Diputados que se cerró con una vergonzosa y ajustada votación sobre la Proposición (que no Proyecto) de Ley de una supuesta Amnistía.
Las alocadas intervenciones de los partidarios de la norma no pudieron ser más hirientes y humillantes para el alma española. Humillación es la palabra que cuadra perfectamente. Pareciere que los defensores de la Proposición (que no Proyecto) no eran españoles, sino deslenguados y provocadores enemigos de la nación española. Sus argumentaciones (si es que lo fueron), sus diatribas (innecesarias y malsonantes), dañaban injustamente la convivencia entre los españoles y todas ellas apuntaban a dibujar un imprudente cambio de régimen político y de modelo de Estado sin más consulta ni razonamiento que el inconsistente ardor revolucionario y liquidacionista.
En el transcurso histórico de la agitada vida hispánica, ha habido momentos de grave crisis en los que la existencia y esencia de la nación española han sido puestas a prueba, salvándose aquélla «in extremis» por abnegados españoles. Recordemos: la reacción desde Covadonga en el 711. O el trascendente triunfo cristiano en Las Navas de Tolosa (Julio 1212), en Lepanto (1571), en la batalla de Bailén (1808) contra el Ejército napoleónico, la crisis de 1898, el orteguiano grito de «¡Españoles, vuestro Estado no existe! ¡Reconstruidlo!» (15 Noviembre 1930), hasta llegar –por encima de otras veleidades– a la aprobación de la CE de 1978, fundadora de un Estado social y democrático de derecho bajo los valores de la reconciliación, la concordia y el consenso.
Hoy, todo ello está en peligro. José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011), desnortado dirigente socialista, inició la puesta en marcha de políticas disolventes y revisionistas de las bases de la Transición española. Sin embargo, es con el radical izquierdista Pedro Sánchez (2018-…) cuando la convivencia y el sistema político-constitucional de 1978 está siendo colocado en serio peligro de extinción, o, cuando menos, de transformación clandestina, cuando nadie lo ha pedido ni debatido en programa electoral alguno. Por exclusiva exigencia personal de supervivencia política e individual, Sánchez ha armado desde hace seis años (nadie daba por él ni seis meses) una mayoría gubernamental coyuntural y ocasional, aglutinando a aquellas formaciones y agentes políticos partidarios de la destrucción de España y de la nación española, sin que al presidente le cause el más mínimo desasosiego ni inquietud. Es así como Sánchez va vadeando, navegando, por procelosas latitudes políticas sin importarle nada ni nadie, ni siquiera la suerte del Estado recibido en la confianza de que ha prometido guardar y hacer guardar la Constitución, que poco le importa.
Es así como llegamos –por ahora– al ‘summum’ del riesgo político de jugarse la nación española y sus instituciones a una sola carta, al consentir (¿chantajeado o gustosamente?) la aprobación de una inconstitucional, injusta y arbitraria amnistía para aquellos que se levantaron contra el orden constitucional democrático en vigor, sin que estos hayan mostrado, hasta la fecha, ningún arrepentimiento ni promesa de abandonar ese objetivo. A Sánchez sólo le importa contar con siete diputados más para continuar alojado en la Casa del Gobierno, sin que lo haya querido el pueblo español (elecciones del 23-J-2023).
Muchos y muy graves acontecimientos han acaecido desde la última convocatoria electoral que demuestran la vorágine, la insania, el disparate y la irracionalidad sobre los que Sánchez hace descansar –y alargar– su anormal presidencia, acontecimientos que todos ellos cargan sobre los ciudadanos y se ceban contra su vida y hacienda.
La amnistía es el caballo de Troya de nuestra democracia, es la muerte de ella; y, si nuestra democracia muere, con ella sucumbe la paz civil, nuestro futuro en libertad y se agostan nuestros derechos fundamentales. ¡Españoles! ¡Pensad un momento lo que está en juego! Pensad lo que perdemos si Sánchez se sale con la suya de afianzarse como gobernante autócrata, mesiánico, providencial y carismático, «progresista». No permitamos que un solo individuo, de pensamiento vacuo, falaz y trilero, conduzca al precipicio a cuarenta y ocho millones de españoles, y, de nuevo, nos instale en la noche de un régimen político personalista, sin garantías, sin jueces independientes, y sin libertades.
¡Españoles, despertad! Vuestra dignidad de ciudadanos, que no súbditos, y vuestra libertad, peligran.
- José Torné-Dombidau y Jiménez es presidente del Foro para la Concordia Civil