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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Cuéntales una historia que los conquiste

Para ganar con contundencia unas elecciones hay que crear un marco mental que ilusione a la mayoría de aquellos a los que te diriges

Actualizada 09:42

La encuesta de El Debate, elaborada por Target Point -uno de los institutos de mayor acierto- dejará cierta inquietud en quienes desean cerrar la nefasta etapa de Sánchez. Aunque PP y Vox lograrían una mayoría absoluta de 183 escaños incluso en la horquilla más baja, el sondeo concede todavía una oportunidad al correoso y marrullero Sánchez.

El PP está estancado en sus datos de las generales de 2023, cuando Feijóo rubricó un formidable estirón que no ha tenido continuidad con otro. Vox sube 1,7 puntos, pero sigue sin llegar a su techo de 52 escaños de 2019. Y el PSOE, con toda la roña que tiene encima, gana tres o cuatro escaños, porque fagocita el hundimiento de la sobrevaloradísima Yolanda.

Con estas cifras, si Sánchez vuelve a colocar las elecciones en una fecha psicodélica, si se desborda otra vez el voto por correo, si lanza un bombardeo de última hora en sus televisiones sobre las flaquezas del PP y agitando el tópico fantasma del «tenemos que parar a la ultraderecha»… los españoles podríamos desayunarnos con el Frente Popular 3.

Sánchez no puede estar peor. No gobierna y los escándalos le salen por las orejas. Los españoles son conscientes de que este Ejecutivo no puede seguir y en la encuesta el 50% demanda elecciones, frente a solo un 34% en contra.

Pero los encuestados dicen algo más: propinan un gran capón a la oposición. Un 45% cree que tanto PP como Vox lo están haciendo «muy mal» y un 20% los ve «intrascendentes». Ambos partidos deberían reflexionar al respecto.

En primer lugar, si para echar a Sánchez es necesaria la cooperación de PP y Vox, resulta contradictorio con ese principio que ambos anden a leches (para felicidad de Sánchez). Pero existe todavía un asunto más profundo e interesante: ¿Qué planteamiento le están haciendo esos partidos a la sociedad española? ¿Qué le venden?

En general, el público no vota movido por tal o cual medida. Salvo en condiciones extremas, como una debacle económica, lo que mueve a los ciudadanos es la visión que les ofrece un candidato y si les parece solvente para dirigir la nación. El líder de un partido le cuenta una historia a la gente -un cuento, en el caso de los populismos- y si al pueblo le resulta convincente, se ilusiona con esa forma de ver el mundo y la compra en las urnas.

Sánchez, aun siendo un flojo candidato por el lastre de su apabullante inmoralidad, ofrece claramente una historia (o un cuento): yo soy el presidente progresista, feminista y ecologista, que protege a los desfavorecidos con un escudo social y que ha pacificado al separatismo con el diálogo. Puede gustar o no. Pero es un relato clarísimo, con el que incluso se ha metido en el bolsillo a media UE, que obnubilada por el «consenso progresista» no cala la turbidez del personaje. Trump ganó contando una historia nacionalista en cuatro palabras: «Make America great again».

Vamos con Feijóo. ¿Cuál es la historia con la que quiere enganchar a los españoles? Feijóo viene a decir que Sánchez es un desastre en todos los órdenes -lo cual es muy cierto- y ofrece volver a la política razonable, a la gestión cuerda de los asuntos públicos y la economía, y a observar el orden constitucional, todo envuelto en formas moderadas. Es decir, no entra en una confrontación con la manera de ver la vida que ha inculcado la izquierda con su estatismo económico y su ingeniería social. Lo que ofrece viene a ser la gestión «razonable» de lo que ya existe.

Ese planteamiento podría funcionar en una situación normal. Pero la nuestra es agudamente anormal. Asistimos al desguace de la nación, la deuda que es una bomba de relojería, las fronteras se ven desbordadas por una inmigración descontrolada y, sobre todo, ha arraigado un modo de ver la vida que promueve el estatismo, el dopaje del subsidio, la fiscalidad abrasiva, la condena del esfuerzo y una depresiva subcultura de genero y contraria al derecho a la vida.

Por lo tanto, lo procedente sería ilusionar con una gran alternativa en positivo. Ofrecer a los españoles un modelo de economía liberal abierta, de aspiración por ir a más, de anclaje en los pilares de Europa (la filosofía griega, el derecho romano y el cristianismo) y de sumarse en serio al tren digital, la IA y la ciencia. Tocaría proponer a los españoles dejar atrás la igualación a la baja del sanchismo para salir a ganar el futuro. Construir un país unido, fuerte, lleno de oportunidades. Un país seguro y de fronteras seguras.

Mis clásicos de los comentarios ya estarán haciendo dedos para escribir raudo su muletilla diaria: eso es Vox, solo queda Vox. Sí pero no, porque Vox, que nació para luchar contra el separatismo y el imperio ideológico de la izquierda, atraviesa también días confusos (de ahí su goteo de bajas de cargos). Su problema estriba en que parecen haberse instalado en un extraño «cuanto peor, mejor», como si su prioridad ya no fuese tanto echar a Sánchez como dejar que continúe gracias a la fractura de la derecha, en la esperanza de que la polarización y el desastre alcancen tales abismos que ahí puedan emerger al fin como una fuerza ganadora electoralmente. Si estás diciendo todo el día que el PP y el PSOE son idénticos (lo cual no es cierto), en realidad no estás planteando en serio echar a Sánchez, pues dedicas el grueso de tus esfuerzos a alertar de que con Feijóo seguiríamos exactamente igual.

Vamos apañados los millones de españoles que creemos que la urgencia absoluta es echar a quien está vendiendo España a trozos y se está cepillando la democracia. La alternativa anda a bofetadas y a uno le faltan vitaminas ideológicas y el otro va pasado de testosterona escénica de importación. Pero bueno, imagino que algún día le darán una pensada y se unirán para echar al bicho… (o no, que diría a la galaica el viejo Mariano).

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