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En primera líneaEmilio Contreras

Perder la calle

Los ciudadanos no solo abuchean. También votan. El presidente ha perdido la calle. Y de perder la calle a perder las elecciones solo hay un paso

Actualizada 01:20

Hay hechos que tienen una actualidad efímera y se acaban diluyendo en el aluvión de noticias que cada día publican los medios. Es lo que ocurre con los abucheos que acompañan las apariciones públicas del presidente del Gobierno, aunque cuando se hilvanan unas con otras sale a la luz el rechazo generalizado que provocan sus salidas a la calle.

A la vuelta del verano se puso en marcha una gira –«el Gobierno de la gente», la llamaron– y se comunicó a los medios de forma oficiosa que Pedro Sánchez visitaría treinta localidades. Pero en sus primeros desplazamientos a Sevilla, Toledo y otras ciudades solo hubo abucheos. Y visto el cariz que tomaban los encuentros con la gente, la gira se anuló el 19 de octubre.

Aunque el desapego venía de antes. El 30 de julio de 2021, tras ser abucheado, el presidente suspendió el paseo que tenía previsto entre la Plaza Mayor de Salamanca y el convento de San Esteban, acompañando al Rey y a los asistentes a la Conferencia de presidentes autonómicos. Pedro Sánchez ha recibido pitadas por toda la geografía nacional: Matalascañas, Granada, Ceuta y Melilla, Alcalá de Henares, Navalmoral de la Mata, Guadalajara, Trujillo, Mula, Palencia, Don Benito, Ciudad Real o en la Sierra de la Culebra.

El rechazo al presidente en sus comparecencias públicas llegó a tal extremo que hubo que cancelar la celebración en IFEMA del tercer aniversario de las últimas elecciones generales. Se puso como excusa «problemas de agenda», pero lo cierto es que ninguno de los barones regionales del partido le quiso acompañar y se suspendió el acto.

No era la primera vez que los barones se negaban a compartir cartel con Pedro Sánchez. Cuando el pasado octubre se celebró en Sevilla el cuadragésimo aniversario de la victoria electoral del PSOE de Felipe González, con Pedro Sánchez como protagonista, solo el presidente extremeño Guillermo Fernández Vara acudió al acto. Y lo más grave es que muchos candidatos socialistas a las elecciones del 28 de mayo no quieren que Pedro Sánchez haga campaña en sus territorios. No lo dicen en público, pero sí con una falsa imagen de confidencialidad y ruego de discreción, que son el camino más seguro para que el mensaje llegue con rapidez a la Moncloa.

Para evitar los abucheos, se optó por acotar los espacios, como ocurrió el pasado 22 de enero en la plaza del Milenio de Valladolid, que se mantuvo vallada con un amplio perímetro de seguridad cerrado al público. Estaba desierta. Solo pudieron entrar quienes estaban acreditados para acceder a una carpa, montada en el centro de la plaza, donde el presidente tuvo un encuentro con la «gente». Hay vídeos. Y una imagen sí que vale más que mil palabras.

Ahora tratan de compensar este rechazo con una agenda internacional, porque lejos de España no hay abucheos. Aunque hay desaires y plantones humillantes como el del Rey de Marruecos el pasado día 1. En España se montan puestas en escena como la partida de petanca con jubilados afines, el paseo en bici con la calle cortada o encuentros con jóvenes supuestamente anónimos que después resultan estar vinculados al PSOE. Empeño inútil, porque en ocasiones un abucheo vale más que mil imágenes.

Ilustración: Perder la calle

Lu Tolstova

Es una evidencia que el presidente del Gobierno nunca ha tenido el aplauso de la calle, pero ahora la ha perdido del todo. ¿Por qué se ha llegado a esto?

Su pacto con los separatistas, los indultos a quienes fueron condenados por los delitos de sedición y malversación, la reforma del Código Penal para eliminar el primero y suavizar el segundo, y sus acuerdos con los herederos de ETA son la causa mayor que empuja a muchos ciudadanos a manifestar su indignación en la calle.

Pero hay más. El Gobierno ha hecho el ridículo con la llamada ley del 'solo sí es sí' porque ha conseguido el efecto contrario del que se proponía y se han reducido las penas a más de quinientos agresores sexuales. La marcha atrás que ha supuesto el anuncio de su reforma y el enfrentamiento entre los dos partidos del gobierno, trasmiten una imagen letal de incompetencia y división a tres meses de las elecciones de mayo.

Y, por si esto fuera poco, el lío de los fondos europeos. El 25 de enero, Monica Holmeier, presidenta de la Comisión de Control de Parlamento Europeo, reconoció que no sabía dónde estaban 11.000 millones que la UE entregó a España en 2022: «Lo único que podría decir por ahora es que no sé dónde está el dinero… hasta ahora no hemos recibido ningún dato concreto que nos sirva… y la pregunta vuelve a ser la misma: ¿dónde está el dinero que hemos entregado?». Es inquietante que el Gobierno oculte esta información. ¿Cómo no va a estar indignada la gente?

Estos hechos son de tal gravedad que eclipsan otros no menos preocupantes, como las leyes ideológicas, la compra de trenes que no caben por los túneles o el incumplimiento reiterado de lo que se prometió.

Los ciudadanos no solo abuchean. También votan. En las elecciones de junio en Andalucía el PP dobló en escaños y votos al PSOE. Y 234.000 votantes tradicionales del Partido Socialista cambiaron su voto al PP, algo impensable en el que ha sido durante cuarenta años el caladero electoral socialista.

El presidente ha perdido la calle. Y de perder la calle a perder las elecciones solo hay un paso.

  • Emilio Contreras es periodista
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