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Las gafas de luz azul son cada vez más comunesFreepik

Exposición a pantallas

¿Tiene sentido comprarse gafas de luz azul para evitar el daño de las pantallas?

La última moda de utilizar gafas por estética está llegando lejos. La excusa perfecta para gastarse el dinero en lo que para muchos es una necesidad demasiado costosa es protegerse de la luz azul que emiten las pantallas. Es cierto que pasamos muchas horas al día pegados a los dispositivos electrónicos, y que uno de los efectos principales de hacerlo de forma prolongada es la fatiga visual, pero ¿son las gafas de luz azul las mejores aliadas para resolver esto?

La luz azul forma parte de la luz visible, dentro del espectro electromagnético y su longitud de onda se encuentra entre los 380 nm y los 475 nm aproximadamente. La fuente principal de luz azul que se conoce es el sol, sin embargo, la el espectro de LED y otros métodos de iluminación artificiales tienen su máxima emisión en las longitudes de onda de los azules.

Uno de los argumentos que empezaron usando las ópticas que trataban de vender este tipo de lentes era que la luz azul de las pantallas podía provocar daños en la retina ocular. A falta de estudios que lo demuestren, esta consecuencia es falsa, y, por tanto, las gafas no se utilizarían para evitar daños en la retina sino para prevenir otros posibles efectos secundarios.

El mal uso que hacemos de las pantallas por pasar muchas horas ante ellas, no pestañear mucho al hacerlo y tener el brillo muy alto puede causar sequedad de los ojos, escozor y dolor de cabeza. Además, perjudica a los ciclos circadianos del cuerpo. Durante el día puede no afectar mucho ya que mantiene despierto al organismo, pero consumir contenido a través de una pantalla en las horas antes de dormir puede impedir la conciliación del sueño, incluso generar a largo plazo problemas neurodegenerativos.

La explicación científica de esto es que nuestro organismo está acostumbrado a percibir la luz solar al inicio del día, por lo que se reduce la producción de melatonina, hormona generada como respuesta a la oscuridad para favorecer la sensación de somnolencia. De esta forma, si captamos luz azul por otros medios—mirando a pantallas—la secreción de melatonina disminuirá y no conseguiremos caer en sueño.

Para este último gran problema se ha demostrado que las gafas de luz azul no funcionan. No es la iluminación lo que impide el sueño, sino el estar enganchados a los dispositivos y el uso activo que se hace con ellos.

Para la reducción de la fatiga ocular y aliviar algunos de los síntomas, no hay gran evidencia que demuestre la efectividad de las gafas que afirman filtrar la luz azul de los ordenadores, teléfonos y tabletas. En 2021, la revista American Journal of Ophthalmology, publicaba un estudio en el que constataba que la fatiga ocular no se aliviaba al utilizar este tipo de gafas tras 2 horas utilizando el ordenador.

En definitiva, un cambio de hábitos tecnológicos es la solución más viable a los problemas que supone la alta exposición a pantallas. Algunos podrían ser bajar el brillo, desconectar el teléfono unas horas antes de irnos a dormir, forzarnos a pestañear y mantener los ojos hidratados cambiando de ambiente cada hora.

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