Sánchez: el Estado es él
Lo de la Fiscalía y la Abogacía del Estado ha llegado a un abismo insondable de inmoralidad ni siquiera partidista, esto es el culto a la personalidad de Al Assad o Sadam Husein, del chavismo o del peronismo, es el adanismo sin ideología al servicio de una megalomanía patológica que lleva al país al abismo
Hay días en que la deriva chavista se manifiesta en casi todo en nuestra vida política española y sin pudor alguno. Ya no es que Sánchez desprecie al Rey, es que se ríe de todas las instituciones del Estado. Para intentar disimular su cita con el juez instructor de la causa de Begoña Gómez, Sánchez llenó su agenda del 30 de julio de otros actos de gran impacto mediático, como sin duda lo es la audiencia veraniega con el Rey. Tiene delito que lleve años sin apenas cumplir con la audiencia semanal con el Rey y ahora tuviese que fijar la fecha de la audiencia precisamente en el día de su (no) declaración ante el juez.
A estas alturas no puede sorprendernos que el Sánchez que desprecia la figura del Rey le haga esperar en el Palacio de la Almudaina con el agravante de que en esta ocasión tenía lugar allí un acto de Estado: la jura como miembro del Tribunal Constitucional de don José María Macías Castaño. Sánchez tuvo que atender otras actividades de su partido que tienen preferencia sobre las del Estado y provocaron la espera del Rey al presidente. Y además de al Rey, tuvo veinte minutos esperando para la posesión de Macías a los presidentes del Congreso de los Diputados, Francina Armengol; del Senado, Pedro Rollán; del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, y del Tribunal Supremo y CGPJ en funciones, Vicente Guilarte. Nadie está a su altura.
Cuando hemos hablado anteriormente en estas páginas de que Sánchez nos arrastra hacia una dictadura como el chavismo de Venezuela, no hemos entrado en el peso que tienen algunos contrapoderes como la Corona. Por eso vivimos ahora una acción de desgaste del Rey. El problema para Sánchez es que pueden haberle surgido otras complicaciones que no tenía previstas. Destacadamente el caso del juez Peinado en la causa contra su mujer. Lo que vivimos ayer fue inenarrable. Primero dijo hace una semana que estaba deseando colaborar con la Justicia. Después intenta hasta el último minuto no declarar presencialmente. Y finalmente presenta una querella contra el juez por haberle convocado como testigo. Con un par y la bandera de Tafalla.
Detalle no menor es que el juez le llame como testigo por su vínculo familiar y Sánchez emplee a un abogado del Estado para responder. Ya actúa como Maduro: el Estado es él. Dicen quienes conocen a Antonio Camacho, el abogado defensor de Begoña Gómez, que él no habría aconsejado una querella contra el juez. Vaya usted a saber si eso es lo que ha tenido que asumir la Abogacía del Estado que está al servicio de su señorito.
Lo de la Fiscalía y la Abogacía del Estado ha llegado a un abismo insondable de inmoralidad ni siquiera partidista, esto es el culto a la personalidad de Al Assad o Sadam Husein, del chavismo o del peronismo, es el adanismo sin ideología al servicio de una megalomanía patológica que lleva al país al abismo. Porque Sánchez ya no es sólo el presidente del Gobierno. Sánchez se ha atribuido la encarnación del Estado.