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Ojo avizorJuan Van-Halen

Usted paga las ignominias

En octubre de 2024 Sánchez cambió, por decreto, la mayoría parlamentaria de dos tercios a solo mayoría absoluta, para la renovación del Consejo y, al contrario que el PP, aumentó el número de consejeros hasta quince, con mandato de seis años y retribuciones fijas de 105.000 euros anuales

Actualizada 01:30

Hubo otros tiempos en la televisión pública. No niego que estuviese ligada al poder de cada etapa, pero más moderada y sutilmente. Pertenecí a la plantilla de RTVE y trabajé allí años, y lo hice con gobiernos de derecha y de izquierda. Recuerdo a quienes sirvieron su cargo desde adscripciones conocidas, pero que nunca supusieron un muro como el alzado después por Sánchez. Grandes directores generales que actuaron con un decoro que hoy se echa en falta, y respetando a los profesionales del medio. Trabajé con algunos de ellos. Recuerdo la altura de miras de Jesús Sancho Rof, Eugenio Nasarre, Mónica Ridruejo, José Maria Calviño, Jordi García Candau y José Antonio Sánchez, de procedencias ideológicas bien diferentes. Son ejemplos. Algunos se enfrentaron a críticas y denuncias de la oposición, fuese la que fuese. Era normal.

Todos tuvieron disgustos. Sancho Rof emitió, al final del franquismo, una entrevista a Sánchez Albornoz, expresidente del Gobierno republicano en el exilio, y un programa en la muerte de Ridruejo, disidente que había sufrido exilio y cárcel. A Calviño le tocó renovar la imagen y el espíritu de la radiotelevisión. Lo hizo con habilidad. Es célebre la polémica por la reimpresión de las siglas «PSOE» en la repetición de goles de Butragueño en el Mundial de 1986. García Candau afrontó con tino el reto del nacimiento de las televisiones privadas. Hubo polémica cuando, en un telediario de 1992, calificó la de Felipe González como «época de éxitos y metas conseguidas». A José Antonio Sánchez, en abril de 2003, el PSOE le acusó de infringir el artículo 20 de la Constitución, garantía del derecho a la información. De Caffarel criticaron un reportaje sobre abusos en una cárcel iraquí en el que apareció un fotograma de Rajoy. Las polémicas sobre unos u otros no faltaron nunca.

El PP, tras las elecciones generales de 2011, modificó la ley de 2006 y redujo el número de miembros del Consejo de RTVE de doce a nueve. En octubre de 2024 Sánchez cambió, por decreto, la mayoría parlamentaria de dos tercios a solo mayoría absoluta, para la renovación del Consejo y, al contrario que el PP, aumentó el número de consejeros hasta quince, con mandato de seis años y retribuciones fijas de 105.000 euros anuales, a las que se podía sumar otra complementaria, en lugar de los 11.000 euros al año, como dietas, percibidos hasta entonces. Y otorgó más atribuciones al presidente, incluyendo aprobar contratos, independientemente de su cuantía, sin el voto de la mayoría de consejeros. El sentir progresista de Sánchez.

Con la RTVE sanchista algunos de los ejemplos recordados suenan a burla. ¿Cómo considerar el reproche a García Candau por llamar «época de éxitos y metas conseguidas» a la de Felipe González? Ahora eso, y mucho más, lo vivimos cada día en RTVE respecto a Sánchez. ¿Y la acusación a José Antonio Sánchez de vulnerar el artículo 20 de la Constitución sobre el derecho a la información? Lo hace a tope el propio Gobierno y se ufana de ello. Sí, los tiempos han cambiado para mucho peor. Y con esos favores del sanchismo que tratan de comprar voluntades, como el aumento de consejeros de RTVE y sus retribuciones. Los suyos contentos. Por no entrar en quienes han sido favorecidos con esos nombramientos. La mediocridad casera habitual.

La ley de 5 de junio de 2006, reguladora de la radio y la televisión públicas, marca, entre otras exigencias: garantizar la información objetiva, veraz y plural; facilitar el debate democrático y la libre expresión de opiniones; promover la cohesión territorial. No se cumplen.

Lo último en esta radiotelevisión al servicio de Sánchez es la blasfemia en la Nochevieja de TVE. Una vergüenza más. La afrenta de una graciosa profesional sin gracia a una mayoría de ciudadanos que se sienten católicos. Bolaños, mediocre que se cree un genio, respondió llamando ultras a los ofendidos. ¿Tan ultras como los que hicieron temblar de miedo a Sánchez en Paiporta? El triple ministro amenazó con acabar con el delito de ofensas religiosas. Solo seis de los 27 países de la UE no lo tienen. Luego dirá que se lo exige Bruselas. Pero se molestó mucho cuando en Ferraz aporrearon a un pelele que él consideró la imagen de Sánchez. Para esta gente el que les nombra y mantiene es su dios, aunque de barro. Y usted, lector, paga, con cada vez más impuestos, las ignominias en la radiotelevisión que debería ser de todos.

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