«Homo Yuppie» Vol. 2
El «yuppie senior» es una persona infeliz que con su mal gusto hace infeliz a los que lo rodean. Nunca se conforma con lo que tiene y siempre analiza su suerte comparándose con lo demás
Hace unos meses les conté la historia de un tierno «yuppie» con el que tuve la suerte de cenar, cuyo objetivo vital del momento consistía en unirse los apellidos para, y cito, «darle más caché a su currículum». Rubén, así se llamaba la criatura, estaba convencido, y así nos lo hizo saber, de que en el mundo financiero los apellidos compuestos y los relojes caros son herramientas indispensables para escalar posiciones más rápido. Yo, por supuesto, no lo contradije. Solo faltaba. Aunque lo único que lamenté es no haber estado presente el día en que el nuevo y flamante Rubén García de los Morcillos reapareció ufano en sociedad empaquetado con su nobilísimo y muy reciente envoltorio.
Sin embargo, hubo algo en lo que no caí cuando escribí aquel artículo. Era tanta la conmoción por nuestro encuentro que no me di cuenta de que, en realidad, Rubén no era más que un aprendiz de «yuppie», un junior de segundo o tercer año al que todavía le falta muchísima experiencia para acercarse a su mutación perfecta: el «yuppie senior».
Esta especie superior de hortera, a la cual analizamos, pasa mucho más desapercibida que el pobre y siempre ostentoso Rubén. El «yuppie senior» ha pulido tanto su carácter y costumbres para imitar lo que le gustaría ser que solo los ojos más avezados pueden identificarlo. Veamos cómo hacerlo.
El «yuppie senior» habla muy alto y no soporta estar en público sin ser el centro de atención. Cuando va a un restaurante siempre da voces al entrar y al salir para que todos sepan que ha llegado o que se va. No mira a los ojos a los camareros y nunca se permite ser simpático con ellos pues cree que es una debilidad y que los grandes hombres como él no deben mezclarse ni confraternizar con el servicio.
Nuestro espécimen pide siempre lo más caro de la carta sin importar con quien esté cenando. No quiere saber nada de los vinos de 20 o 30 euros. Como ha leído en un libro que «el buen gusto y la enología son dos conceptos íntimamente relacionados» siempre opta por pedir el caldo más caro. Mientras lo prueba dice que tiene un «toque afrutado» y que, aunque le resulta agradable, «le falta algo de cuerpo». En realidad, no le gusta el vino y a veces baja la guardia y chupa el cuchillo.
En verano lee la revista Hola de forma compulsiva y subraya los nombres y sitios que más le interesan. Se ha hecho casa en Comillas y tienen un apartamento en el Polo de Sotogrande (está ahorrando para comprar una casa en Paseo del Parque). Quiere estar en todo y se altera mucho cuando hay una cena en el norte con personas que le interesan, pero en ese momento está en el sur. Cuando esto sucede le echa la bronca a su mujer, que se llama Jennifer Sofía Algarroba, y le dice que no se entera de nada y que vaya forma de llevar una agenda social.
Nuestro héroe conduce vehículos de alta gama a toda velocidad por urbanizaciones cerradas y no le importa que haya niños jugando a la pelota por los alrededores. Si le llamas la atención por su conducta se molesta muchísimo y vuelve a bajar la guardia. Comienza a insultar a todo el mundo de forma muy soez hasta que se da cuenta de que su nuevo amigo Fadrique López de Barcelona está presenciando la escena. Entonces rectifica, se pone rojo y pide «mil disculpas».
Le pirran los apellidos compuestos. Intuye que mucha gente se ríe a su alrededor por haberse juntado García y Gañán, pero se consuela pensando que cuando sus hijas Martina y Micaela sean mayores el apellido García de Gañán ya habrá sonado mucho en la sociedad madrileña y a nadie «que importe» le resultará extraño.
Hace poco habló con un marqués con fama de corrupto para ver si es posible comprar algún título nobiliario. Ese, piensa risueño nuestro «yuppie senior», sería el colofón a todos sus desvelos.
Nuestro chico trabajador desprecia a los de su propia especie pues teme ser descubierto. Cuando ve a otro «yuppie» sale corriendo y si está con un amigo comenta con él lo mal que viste o lo mal que come el contrincante. Se ríe y dice divertido «aunque la mona se vista de seda…». Pero mientras lo hace rectifica inmediatamente su postura en la mesa y trata de recordar las clases privadas de «Protocolo y buen gusto de Madame Colette: le ayudamos a tener clase» que secretamente contrató por internet.
Practica todos los deportes desde hace poco tiempo, en especial la caza y el golf. Se ha comprado el rifle más caro y va al desayuno de las monterías con los zahones puestos y con un sombrero con muchas plumas. Después de cazar siempre comenta que «la mancha no estaba buena».
Apunta a sus hijas a clases de todo (tenis, equitación, golf, pádel, natación…), pero antes de hacerlo pregunta a los profesores si tiene una lista con los alumnos que asistirán. Ha pagado mucho por entrar en el Club y no tolera que sus hijas se relacionen con personas poco recomendables.
Considera que la aristocracia siempre ha sido conocida por su alto nivel de despreocupación por la vida. Una voluptuosidad que él nunca ha conocido y envidia rabiosamente pero que está resuelto a regalar a su familia. Da a sus hijas todo lo que quiere y nunca escatima en gastos. Todo es poco para sus princesas.
En definitiva, el «yuppie senior» es una persona infeliz que con su mal gusto hace infeliz a los que lo rodean. Nunca se conforma con lo que tiene y siempre analiza su suerte comparándose con lo demás.
Aburridos de tratar, pero siempre divertidos de analizar.
- Gonzalo Cabello de los Cobos es periodista